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Los Kobolds son espíritus y, como tales, forman parte del reino espiritual. Sin embargo, al igual que los demás espíritus europeos, suelen habitar entre los humanos. Aunque ‘kobold’ es un término general, los relatos suelen dar nombres particulares a estas criaturas y a sus distintas clases. El nombre 'Chim' es muy común, y otros nombres que se encuentran generalmente en las historias son: Chimmeken, Rey Goldemar, Heinzchen, Heinze, Himschen, Hinzelmann, Hodekin, Kurd Chimgen, Walther y Wolterken. Entre los nombres locales se incluyen Allerunken, Alraune, Galgenmannlein (al sur de Alemania), Glucksmannchen, Heinzelmannchen (en Colonia), Hutchen y Oaraunle. Los Heinzelmannchen son una especie de kobolds de Colonia, y el Klabautermann es el kobold en el que creían los pescadores y marineros del Mar Báltico. Muchos de estos nombres son modificaciones de nombres alemanes comunes, como Heinrich (abreviado como Heinze), Joachim y Walter.

Los kobolds pueden manifestarse en la forma de animales, fuego, seres humanos y objetos. Los kobolds fogosos reciben distintas denominaciones: drakes, draches o puks. Un cuento de Altmark, documentado por el erudito anglosajón Benjamín Thorpe en 1852, describe al kobold como ‘una criatura fogosa con cabeza ancha, que generalmente agita de un lado para el otro’. Una leyenda del mismo período proveniente de Pechule, cerca de Luckenwald, cuenta que el kobold vuela por el aire en la forma de un galón azul y lleva granos. ‘Si le tiran un cuchillo o lo atacan con otra arma, explotará y dejará caer lo que sea que lleva’. Algunas leyendas, provenientes del oeste de Uckermark, adscriben las características humanas y fogosas al kobold. Estas asociaciones con lo fogoso, junto con el nombre ‘drake’, probablemente conectan al kobold con los dragones míticos.

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Los kobolds que viven en hogares de humanos suelen ser parecidos a ellos, visten como campesinos y tienen una altura semejante a la de un niño de cuatro años. Una leyenda de un lugar llamado Alte Burg, registrada por el folclorista Joseph Snowe, cuenta una historia sobre una criatura 'de baja estatura y complexión enjuta, que no era ni niño ni hombre pero se acercaba a la condición humana y estaba vestido con un sobretodo colorido y un sombrero de ala ancha sobre su diminuta cabeza’. El kobold Hodekin (también conocido como Hudekin y Hutchen) de Hildesheim, usaba un pequeño sombrero también. Otro tipo de kobold conocido es el Hutchen, de quien se dice que tiene entre 0.3 y 1 metro de alto, cabello y barba rojos, y usa ropa verde con un sombrero rojo. Algunos kobolds se parecen a niños. Según el novelista  Saintine, los kobolds son los espíritus de los niños muertos, y suelen aparecer con un cuchillo que representa el medio con el que los mataron. Hinzelmann (también conocido como Heinzelmann), un kobold del folclore de la región de Luneberg, tenía la forma de un hermoso niño con cabello rubio y enrulado, vestido con un tapado de seda rojo. Su voz era ‘suave y tierna como la de un niño o una doncella’.

Las leyendas describen a los kobolds mineros como seres de 0.6 metros de altura con apariencia de ancianos, y también como criaturas enanas, encorvadas y horribles. En 1820, la espiritualista Emma Hardinge Britten  grabo la descripción de los kobolds mineros de Madame Kalodzy, quien vivía con dos campesinos llamados Dorothea y Michael Engelbrecht:

'Estábamos por sentarnos a tomar el té, cuando Madamoseille Gronin nos dijo que miráramos una luz del tamaño de un plato de queso que apareció repentinamente en la pared del pequeño jardín, opuesto a la puerta de la cabaña donde estábamos sentados.
Antes de que cualquier de nosotros pudiera examinarla, aparecieron cuatro luces más casi simultáneamente, de la misma forma y distinto tamaño. Alrededor de cada una de ellas se veía el tenue perfil de una pequeña figura humana, negra y grotesca, que parecía una imagen grabada en un pequeño tronco reluciente. Dorothea se besó las manos al ver a estas criaturas horripilantes, y Michael se santiguo con una gran reverencia. Por lo que respecta a mis compañeros y a mi, estábamos tan asombrados y fascinados con esas formas cónicas que no podíamos movernos ni habla hasta que comenzaron a entrar en una especie de danza y luego desaparecieron, uno por uno’.

El mismo informante afirmó haber visto a los kobolds posteriormente. Los describió como 'duendes diminutos de dos o tres pies de alto, color negro, y en la parte donde el ser humano tiene el corazón ellos tenían un circulo luminoso'. El Heinzelmannchen de Colonia se asemeja a un hombre bajo y desnudo, y el Klabautermann, un kobold de las creencias de los pescadores y los marineros del Mar Báltico, generalmente aparece como una figura semejante a la humana con una pipa y vestido con el sombrero marinero y una chaqueta roja o gris.

Otros kobolds aparecen en forma de animales. El folclorista D. L. Ashlimanha, realizó informes sobre kobolds que aparecen en forma de gatos y gallinas, y Arrowsmith y Moorse mencionaron kobolds con forma de murciélagos, víboras, gusanos y gallos. Thorpe realizo un informe en el que dice que la gente de Altmark creía que los kobolds aparecen como gatos negros cuando caminaban sobre la tierra. El kobold Hinzelmann podía aparecer como una marta negra o como una serpiente larga.

Por lo general, los kobolds permanecen completamente invisibles. Aunque el rey Goldemar, un famoso kobold del castillo Hardenstein, tenía manos 'finas como las de un sapo, y suaves al tacto', nunca se dio a conocer. El amo del castillo Hundermuhlen, cuando Hinzelmann vivía, convenció al kobold de que lo dejara tocar una noche. Los dedos del kobold ‘eran como los de un niño, y su rostro era una calavera, no tenia calor humano'. Una leyenda cuenta que una sirvienta le había llevado un regalo al kobold que vivía en su casa y le preguntó si podía verlo. El kobold se negó, diciendo que eso sería aterrorizante. La sirvienta insistió, y finalmente el kobold le dijo que se encontraría mas tarde, y que debía llevar un balde de agua fría. El kobold espero a la sirvienta, desnudo y con un cuchillo de carnicero en su mano. La sirvienta se desmayo al verlo, y el kobold la despertó con el agua fría. Según una variante de la historia, se cree que lo que la sirvienta vio fue un bebé flotando en un casco lleno de sangre; años después, la mujer dio a luz a un hijo bastardo, y lo escondió en un barril. La leyenda describe los castigos que le esperan a aquellos que intentan engañar a un kobold. Por ejemplo, Hinzelmann engaño a un noble diciéndole que había un kobold en una jarra. Cuando el noble cubrió la boca del jarro para atrapar a la criatura el kobold dijo:

'Si tiempo atrás no hubiera escuchado a otras personas decir que eras un necio, me hubiera enterado hoy por mi cuenta, ya que pensaste que estaba en una jarra vacía y fuiste a taparla con tus manos, intentado atraparme. No creo que valgas el esfuerzo, pero te habría dado tal lección, que me recordarías por largo tiempo. Dentro de poco recibirás una pequeña zambullida'.

Cuando un hombre tiró cenizas para tratar de ver las huellas del rey Goldemar, el kobold lo cortó en pedazos, lo puso en una estaca, lo rostizó, hirvió sus piernas y cabeza y se lo comió. El Heinzelmanchen de Colonia salio de la ciudad y zarpo hacia otro país cuando la esposa del sastre tiró arvejas en las escaleras para que los kobolds las aplastaran y así poder ver sus huellas. En 1850, Keightley noto que Heinzelmanchen 'había desaparecido debido a la curiosidad de la gente, que en todos los tiempos fue la causante de gran parte de lo que era bello en el mundo'.

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